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jueves, 21 noviembre, 2024

Cada semana, Información y Análisis sobre Aviación

2022-35

La semana pasada volvió a la palestra el endémico debate que relaciona la seguridad aérea con la fatiga de las tripulaciones. El incidente del vuelo 343 de Ethiopian Airlines, durante el cual los dos tripulantes de vuelo se quedaron dormidos, ha vuelto a encender las alarmas en relación a la aparición y consecuencias de la fatiga en vuelo.

A pesar de la existencia de numerosos automatismos en la aviación actual, tras sobrevolar el destino a su nivel de crucero, el Boeing 737-800 entendió que el vuelo había culminado y desconectó el piloto automático, despertando a la tripulación, que tomó los mandos y aterrizó sin novedad en Addis Abeba (Etiopía), base principal de la aerolínea etíope.

Al menos eso es lo que ha trascendido a partir de la poca información de la que se dispone actualmente, entre ellas la proporcionada por el portal avherald.com.

Es extraño que el propio avión desconectara el piloto automático pues si el plan de vuelo está correctamente cargado en el FMC (computadora de vuelo a bordo) el avión habría continuado volando hasta permanecer realizando órbitas sobre el último punto del plan de vuelo, es decir, el propio destino.

Detalle de la última fase del vuelo ET343, al llegar a su destino / © Flightaware.com

El incidente está actualmente en fase de investigación y estaremos atentos a sus conclusiones y recomendaciones. Como siempre debe ser en aviación, hay que trabajar para mejorar su eficiencia y seguridad.

Esperamos que se extraigan conclusiones positivas y también se dé respuesta a algunas corrientes actuales que abogan por eliminar más tripulantes a bordo y ceder el control aún más a la máquina. Este nuevo incidente hace encender las alertas sobre la importancia del trabajo y rol de las tripulaciones a bordo de un avión.

Quizás haya que centrarse en mejorar las actuaciones y comportamientos del ser humano, continuar en identificar y mitigar los errores, sin pretender rallar en la imposible perfección, y, sobre todo, no ceder todo el control a las máquinas.

En España, el Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial (COPAC) ha dado un serio tirón de orejas a las autoridades españolas responsables de vigilar la seguridad aérea.

Muy especialmente a la cuestionada AESA (Agencia Estatal de Seguridad Aérea), que en opinión de numerosos profesionales del sector, debería trabajar de forma más estrecha y rigurosa en el sector que es responsable de supervisar y vigilar.

COPAC denuncia la reciente exención en los límites mensuales de actividad concedida a los operadores privados de trabajos aéreos que se dedican a la lucha contra incendios mediante aeronaves de ala rotatoria y fija. Pasar de un límite de 80 a 120 horas en un periodo de 28 días consecutivos supone un incremento del 50%.

Hay que recordar que las aerolíneas que trabajan en transporte aéreo comercial no suelen programar más de 90 horas de vuelo en idéntico periodo. Salvando las distancias y dicho con el mayor respeto a todos los profesionales que vuelan, no es equiparable la operación de una aeronave en lucha contra incendios con respecto a un vuelo de transporte aéreo comercial.

Una carta al director de un diario español reclamando al Estado español más atención en la lucha contra incendios

Desde las empresas se alega la dificultad de encontrar y contratar profesionales con la experiencia suficiente para cubrir la creciente demanda de servicios para luchar contra los execrables incendios forestales. Pero esta carencia no es excusa para buscar soluciones estructurales de largo plazo. Indudablemente ello pasa por mejorar las condiciones de trabajo de los profesionales.

Cuando hablo de condiciones no sólo me refiero a la nómina mensual. Es muy necesario mejorar las instalaciones donde descansan los pilotos y personal de mantenimiento. Optimizar la elaboración de las programaciones de vuelo y sus cambios.

Darle un mayor sentido a los tan cacareados sistemas de reporte y cultura justa. Las últimas salvaguardas que tienen los tripulantes para alertar de posibles riesgos para la seguridad aérea.

Finalmente, de nada sirve escurrir el bulto entre el maremagnun de competencias (o incompetencias) que atesoran las distintas instituciones responsables, «biencobijadas» por sus respectivos ministerios.

Señoras y señores de la administración, no se pongan de perfil y actúen. Trabajen de la mano del sector. Con rigurosidad y seriedad. La grandiosidad de la aviación comercial, todos sus profesionales, sus clientes y usuarios lo merecen.

Frase de la Semana

“Estos resultados son muy positivos y alentadores, y reconfirman que el transporte aéreo es el medio de transporte más seguro, incluso durante las circunstancias mundiales actuales”

 
Juan Carlos Salazar, secretario general de la OACI

De acuerdo al Informe de Seguridad operacional de la Organización de Aviación Civil Internacional, la tasa mundial de accidentes aéreos ha caído un 9,8% en 2021, pasando de 2,14 a 1,93 por millón de vuelos. El número de fallecidos en accidente aéreo ha caído un 66% en comparación con 2020.

Son cifras muy positivas aunque hay que recogerlas con la mayor prudencia posible debido al “agujero negro” estadístico que han supuesto los dos últimos años de pandemia, que como resulta sabido provocaron la mayor crisis y parálisis de la aviación comercial desde su existencia.

Foto de la Semana

Durante los días pasados, Pedro Fernández, uno de nuestros colaboradores se encuentra de viaje por el continente asiático y nos ha enviado una bonita fotografía nocturna del aeropuerto de Bangkok.

Otra foto recibida es la de este Airbus A320-251neo de Bamboo Airways con número de serie MSN 9361 avistado en la plataforma del aeropuerto de Hanoi, Vietnam.

Airbus A320neo de Bamboo Airways en Hanoi / © Pedro Fernández
David Herreros Serrano
David Herreros Serrano
Gestor Aeronáutico por la Universidad Autónoma de Madrid. Piloto ULM. 25 años de experiencia laboral en el sector aeronáutico

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