“Tenemos que actuar para regular los vuelos en aviones privados. No es razonable viajar de forma individual para tener mayor comodidad en un momento en que se está reclamando a toda la sociedad esfuerzo para reducir la huella de carbono”. Son palabras de Clément Beaune, ministro de transportes del gobierno galo.
Aunque durante la pandemia de Covid-19 hubo un fuerte movimiento de carácter ecologista que abogaba por eliminar los vuelos de corta distancia, dicha iniciativa no tuvo mucho recorrido.
Una de las razones fue bien argumentada por las aerolíneas y no es otra que la propia estructura de las aerolíneas de red, que a través de sus bases principales o “hub”, vertebran todo el tráfico aéreo que se genera en regiones periféricas o con una accesibilidad mediante transporte de superficie limitada.
El caso español o griego son buenos ejemplos. Pero hay más ejemplos donde la operación de aeronaves es incluso más eficiente que otros medios de transporte. Es el caso de la operación de rutas de hasta 600 kilómetros de distancia mediante aviones turbohélice.
Ahora, el gobierno de Francia vuelve a la carga y señala a la aviación corporativa, subsector minoritario de la aviación comercial pero no por ello menos importante. Beaune también ha afirmado que su gobierno impulsará acciones para frenar el uso de aviones comerciales a nivel europeo en una reunión de ministros de transporte de la UE en octubre.
Entre las posibles medidas a tomar estarían la subida de tasas a las operaciones de aeronaves corporativas o su completa prohibición en aquellas ciudades que tengan buena conectividad ferroviaria.
En una posición más radical, el líder del Partido Verde francés, Julien Bayou, reclamó la semana pasada una prohibición total de los aviones comerciales en rutas donde existe alternativa ferroviaria. Ello enlaza con la fracasada corriente surgida durante la crisis pandémica.
Sin embargo, el portavoz del gobierno francés, Olivier Véran, dijo que una prohibición total no está entre sus planes pero agregó que “introducir restricciones en los vuelos privados indicarían que las mismas reglas se aplican a todos».
O sea, política cortoplacista, para dar imagen de que se hace algo y a la vez, recaudar más impuestos en vez de idear estrategias de largo recorrido, que persigan reformas estructurales con el objeto de mejorar la eficiencia de todos los medios de transporte.