El incidente del pasado 5 de enero en un Boeing 737 MAX 9 de Alaska Airlines amenaza de nuevo la credibilidad del fabricante estadounidense
La segunda semana del nuevo año 2024 ha puesto encima de la mesa nuevos problemas para Boeing. El incidente del pasado 5 de enero a cargo de un 737 MAX 9 es un vaso de agua fría para la recuperación de la credibilidad del fabricante tras la peor crisis de su historia.
El vuelo 1282 de Alaska Airlines pudo retornar sin problemas al aeropuerto de Portland (EE.UU.) y no hubo que lamentar víctimas ni heridos entre los 177 ocupantes del aparato (171 pasajeros y 6 tripulantes). Dos días después se emitió una Directiva de Aeronavegabilidad de emergencia, imponiendo la paralización para su posterior inspección de todas las unidades del MAX 9 equipadas con una compuerta desmontable, como las instaladas en la flota de 65 aviones de Alaska Airlines. A nivel mundial se han paralizado 171 unidades de la serie MAX 9.
Algunos medios de comunicación la han denominado como «tapón», término que en mi opinión es osado. Quizás la traducción al castellano de su definición anglosajona, «cabin exit door plug», le ha jugado una mala pasada a algún periodista. No es un simple tapón y el diseño persigue dar mayor flexibilidad a las aerolíneas en la configuración de asientos de la cabina de pasajeros de sus flotas.
Chris Brady, autor de www.b737.org.uk, una excelente página web sobre el Boeing 737, describe de forma magistral los hasta ocho tipos diferentes de puertas ofertados por Boeing en sus 737. Pueden visualizarlo en el siguiente video de YouTube.
Tradicionalmente, en aviación comercial la seguridad aeronáutica no es cuestionable. Se da por hecho que es la principal máxima de todos los profesionales, empresas e instituciones que desempeñan su labor en esta apasionante pero compleja industria.
Una legendaria frase decía… «si usted no quiere sufrir un accidente aéreo no se suba a ningún avión». Asumiendo que la seguridad al 100% es inalcanzable, toda la industria trabaja de forma estandarizada a nivel internacional y cada vez que sucede un incidente o un accidente aéreo se estudian las causas para evitar su repetición.
La importancia de los controles de calidad
El caso del vuelo 1282 de Alaska Airlines reabre cuestiones pasadas como los controles de calidad de los procesos industriales. Aunque no hay que relacionar el caso actual del 737 MAX 9 con el de los dos accidentes de los MAX 8 de Lion Air (29 de octubre de 2018) y Ethiopian (10 de marzo de 2019) es evidente que los focos vuelven a situarse sobre el fabricante con sede en Chicago.
El pasado martes, el propio CEO de Boeing, David Calhoun, asumió toda la responsabilidad de este lamentable incidente y afirmó que «vamos a abordarlo con 100% y total transparencia en cada paso del camino. Vamos a trabajar con la NTSB, que está investigando el accidente para descubrir cuál fue la causa».
Durante su declaración, Calhoun se expresaba en términos cercanos, poniendo de ejemplo que su propia familia podría haber viajado en el avión de Alaska y afortunadamente no hubo que lamentar daños personales. Es importante aclarar que el asiento adyacente a la puerta volatilizada no esta ocupado por ningún pasajero.
En cualquier caso, en la fabricación de un avión comercial intervienen numerosos procesos y empresas subcontratistas. En este caso, la también estadounidense Spirit AeroSystems es también responsable, pues participa en el diseño y construcción del fuselaje, puertas y compuertas del 737.
El tratamiento informativo por parte de la prensa generalista
La propia complejidad del sector aeronáutico hace que cada noticia deba ser procesada con prudencia y la mayor profesionalidad posible. En un mundo donde cada vez todo sucede más rápido, los medios de comunicación compiten por ofrecer a su audiencia contenidos prácticamente instantáneos. En el caso de los sucesos relacionados con la industria aeroespacial el sensacionalismo y la morbosidad están siempre al acecho pues el impacto mediático es excepcional.
El fenómeno es especialmente acusado en las redes sociales, donde la inmediatez y la desinformación campan a sus anchas. No niego su utilidad pero no se pueden considerar como única fuente de información. Hay que perseguir la búsqueda de la información más precisa y fiable posible, contrastándola con fuentes de calidad.
Los medios de comunicación generalistas, como son los diarios, la radio y televisión están claramente en la picota cuando se trata de ofrecer contenidos especializados. El sector aeronáutico es uno de ellos y el fenómeno de la desinformación y/o el sensacionalismo se vuelve a repetir en el caso de Alaska Airlines.
Pongo un sólo ejemplo que no me ha costado mucho encontrar. Un diario tan prestigioso como El PAIS, publicaba el pasado 7 de enero la siguiente noticia en su edición impresa:
No me hizo falta leer todo el artículo para descartarlo de forma rotunda. Aunque posteriormente el periódico modificó el titular en su edición digital, no pude evitar escribir a Soledad Alcaide, Defensora del lector del prestigioso diario madrileño.
El titular no da información veraz y tiende al sensacionalismo. El avión afectado no perdió el fuselaje sino una de las puertas de emergencia y su correspondiente panel interior. Perder el fuselaje sería equivalente a sufrir un accidente catastrófico, con pérdida de vidas humanas. No es el caso (el avión regresó al aeropuerto, aterrizó sin mayores inconvenientes y no hubo que lamentar ningún fallecido).
Comprendo perfectamente que es muy complicado resumir todo lo anterior sólo en un titular y subtitular. Además de ofrecerlo a la audiencia de forma divulgativa. Las necesidades de inmediatez informativa del periodismo actual chocan con el rigor de la información, pero en este caso me ha decepcionado el titular de EL PAIS como lector y como profesional del sector aeronáutico.
Es un diario que sigo desde que era muy joven, me ha enseñado muchísimo y siempre he apreciado la calidad y rigor de sus contenidos. Espero que no bajen el listón y sigan trabajando duro para ofrecer un tratamiento de la información con la mayor profesionalidad que puedan.
Obviamente, lo anterior debería aplicar a toda la prensa en general, si bien el reto es mayúsculo pues son múltiples las áreas de conocimiento en un sector como es la aviación comercial. Desde el periodismo especializado, quiero reivindicar la labor que hacemos todos los medios aeronáuticos en informar y explicar de la forma más divulgativa posible los entresijos de la aviación. Pasen una feliz semana y nos vemos en la próxima.